Entendemos la realidad tal y como es, y por lo tanto no nos dejamos engañar por las fábulas distorsionadoras del marxismo, liberalismo, progresismo o cualquier otra ideología degenerada. Entendemos que la mujer es una mujer, y que el hombre es un hombre. Biológicamente son claramente diferenciados y cada uno tiene una posición clara en la familia, institución que tratan de erradicar los envenenadores internacionales de las naciones, ya que es la fuente de vida de toda nación, pues posibilita la descendencia de un pueblo.
Al igual que entendemos la realidad biológica que diferencia a la mujer del hombre, también identificamos la realidad biológica de las características raciales de cada pueblo. Estas características son visibles en las habilidades de los individuos, como también, en las peculiaridades culturales entre un pueblo y otro. No aborrecemos la estructura biológica de cada pueblo, sino que la respetamos y la defendemos, entendiendo estas diferencias como la auténtica diversidad de este mundo.
No aceptamos la idea ateo-materialista de que el hombre sólo sea un trozo de carne y huesos sin transcendencia, sino que comprendemos que el mundo es una tan compleja creación matemáticamente perfecta, que rechazamos que nuestra existencia sea pura casualidad y que la vida no alberge un objetivo más allá del nacer y morir. Promover el ateísmo no ha hecho más que degradar la vida del pueblo y destruir una moralidad sana, sustituyéndola por una moralidad relativista y degenerada. Por lo tanto, defendemos la vida religiosa, respetamos toda religión que no vaya en contra del interés nacional y defendemos el cristianismo, cuna de los valores y tradiciones que formaron España y Europa.
Comprendemos los dos lados que forman al ser, su espíritu y su corporeidad física. El cuerpo y la vida material es importante para nosotros, por eso rechazamos la idea de que la salud física y la belleza es subjetiva, por lo que fomentamos el deporte y la vida saludable de nuestra gente, como también luchamos en contra de la promoción de las drogas, las cuales, por desgracia son cada día más consumidas por nuestro pueblo, principalmente por el estrato más joven de nuestra sociedad. Debemos ayudar al prójimo a salir de este pozo que acaba con la vitalidad de nuestra gente.
Despreciamos la deformidad, la degeneración y la inmundicia, por eso detestamos todas las aberraciones que el sistema pone a disposición de nuestro pueblo con la intención de estupidizarnos, volvernos dóciles y débiles. Por eso sacamos de nuestras vidas todas esas toneladas de basura y propaganda «progresista» que con tanto énfasis nos muestran a través del cine, de la prensa, del sistema educativo, de la música y del mal llamado «arte» contemporáneo.
Ansiamos la creación de un modelo económico que permita el emprendimiento empresarial y facilite la producción de bienes y servicios para las empresas españolas, buscando al mismo tiempo una mejor calidad de vida para nuestros trabajadores, que son la base creadora de toda la producción. Por ello, un movimiento nacional debe aspirar a que todos los grupos productores (trabajadores, autónomos, empresarios y campesinos) se integren en un modelo económico comunitarios.
Defendemos una España unida y fuerte como antaño. Despreciamos los planes de la élite internacional, la cual sólo puede mantenerse en el poder si todos los pueblos están divididos en conflictos elaborados por ellos para separarnos e impedir el vínculo entre hermanos. Su objetivo, partir todas las grandes naciones en pequeños trozos más fáciles de controlar, por ello el nacionalista está en contra de cualquier división del pueblo y por lo tanto, de los distintos separatismos y sus provocadores.
Entendemos la biodiversidad de nuestro mundo y defendemos la tierra que nos dejaron nuestros ancestros, protegiendo la naturaleza y alejando al hombre de la ciudad colmena, artificial y deshumanizada, devolviendo la comunidad al campo en contacto con sus raíces.
Hemos abierto los ojos, ya sabemos quien controla la mayor parte de este mundo, como también sabemos cuales son los recursos que esta élite usa para llevar a cabo esta dominación. Una de sus armas más fuertes, la deuda. Nuestro país y muchos otros, viven presos de una deuda impagable que han adquirido a nuestro nombre los títeres políticos de estas élites internacionales a los cuales llamamos «nuestros gobernantes». Ellos han destruido el futuro de nuestros hijos, de nuestros nietos y de muchas más generaciones que vendrán. Nos hemos vuelto esclavos de una estafa económica de proporciones astronómicas.